
Cuando Dios llamó a Josué para que se convirtiera en el lider que llevaría a Israel hacia la conquista y posesión de la Tierra Prometida, le entregó instrucciones precisas respecto a MEDITAR Y OBEDECER Su palabra y no desviarse hacia ninguna otra dirección que no fuera seguir al Señor. Y es que amado lector, no basta con sólo conocer las sagradas escrituras; debemos vivir y caminar conforme a lo que ella nos enseña. Lo que Dios le pidió al gran conquistador Josué, sigue cobrando vigencia en nosotros. Si anhelamos conquistar las grandes promesas de Dios, necesitamos hacer de la Biblia la brújula diaria que indique hacia nuestro norte: Cristo Jesús. Podemos decir entonces, que la meditación de la Palabra y la obediencia a la misma, fueron claves para la conquista de una tierra que se encontraba invadida por reyes paganos. Meditar va más allá de ser un ejercicio intelectual, sino el proceso que nos conduce hacia una genuina transformación espiritual.

No se trata de leer por leer porciones de la Biblia, como si fuera una simple lectura de una novela o un libro de aventuras. El ejercicio de meditar implica sumersión en la Escritura, reflexionar en los pasajes que leemos y buscar las aplicaciones en cada aspecto de nuestra vida. La promesa que Dios le entregó a Josué, precisamente fue de que si obedecía, prosperaría y todo le saldría bien. Muchos se llaman cristianos pero poco conocen la Biblia. Otros leen y conocen mucho, pero poco practican lo que saben. Sin obediencia, la revelación de Dios queda estancada en nuestra mente sin producir frutos. Ser prósperos significa: Caminar en la voluntad de Dios y darle la gloria en cada victoria alcanzada. La conquista que Dios nos promete es integral: Espiritual, emocional y material, pero sólo se obtiene a través de la obediencia. Un conquistador como lo fue Josué, necesitó de esfuerzo y valentía. No era fácil aquello a lo que tenía que enfrentarse. Vendrían batallas, ejércitos, oposiciones, gigantes, etc, pero la seguridad de Josué no estaba en su capacidad, sino en la presencia de Dios con él.
El llamado de Dios no es a que le muestres tu fuerza y valentía, sino tu determinación inquebrantable. Ser valiente implica confiar en sus promesas, incluso cuando todo parezca adverso. Recuerda que Dios no ha terminado contigo.
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Abrazo fuerte.
Pr. José Ángel Castilla
Una respuesta
Gracias por cada mensaje de Dios