Camino a la madurez

La madurez no tiene que ver con la edad cronológica ni con el cumplir más años y hacernos grandes, sino por la capacidad de reflexión emocional que logra influir en todas las áreas de la vida, ya sea laboral, social, sentimental y espiritual. Alguien maduro lo demuestra con sus gestos, actitudes, expectativas y pensamientos acerca de la vida, de Dios, de si mismo, de su familia y de las metas que nos tracemos. Madurar también es llegar a una etapa en donde nos amamos a nosotros mismos, porque nos sentimos amados por el amor más grande que es el de Dios. Madurar es respetar a los demás pero de igual manera, no permitir el maltrato injusto de nuestro entorno. Jesús nos enseña que es imposible que los tropiezos no lleguen a nosotros, pero con amor y buen trato establecer límites con todas las personas, empezando por la familia porque a veces se leuda la relación cuando se permite el abuso verbal y el maltrato. Luego entonces, la madurez nos lleva a no dañar pero tampoco permitir que nos dañen tampoco. Creo que una gran señal de madurez es no dar importancia a cosas que antes nos robaban la paz, como entablar discusiones sin sentido  que los demás nos trate de manera injusta. Es vivir y dejar vivir, sin hacer daño ni dejando que los demás nos lo hagan.



Otra señal de madurez es dejar el miedo a soltar lo que amamos o salir de la zona de comodidad. El apego es natural y normal en nuestras relaciones, pero en algunas de ellas si es necesario decir adiós cuando en lugar de sumar nos restan. Podemos valorar el pasado, pero no podemos anclarnos y refugiarnos en él. Te invito a valorar y agradecer cada persona que Dios a usado para tu crecimiento. Alguien maduro aprende de los errores, no se justifica ni ofende cuando se le confronta y toma determinación de sacudir sus pies para no regresar jamás a lo que lo aparta de Dios. Inmaduro e infantil es usar a la gente para escalar en la vida. No hay legado más grande el que podemos dejar a aquellos en quienes influimos que cuando construyamos nuestros sueños, lo hagamos sirviendo y ayudando a otros que nos ayuden a conquistarlos. En el momento de nuestras caídas, Dios pondrá a personas que te sirvan de soporte. Quien sólo sube sólo cae y su egoísmo y orgullo lo lleva a estar sólo en el momento difícil. La madurez llega con los años, y en la punta del cincel, del mejor de los maestros: Jesús. Que tu corazón a través de los procesos de la vida, te lleven a ser agradecido, aguerrido frente a la adversidad y noble con la gente.


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Pr. José Ángel Castilla

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