Cuando Salomón inició su reinado, en sueños le pide al Señor sabiduría antes que poder o riquezas. Esto agradó tanto a Dios, que por añadidura, lo hizo el hombre más sabio y entendido de toda la tierra. Todos querían escuchar sus dichos y pronunciamientos de conocimiento y sabiduría. Ese sabio escribe esta porción, en la que nos recuerda que el temor del Señor, es la base de todo conocimiento. Dios es la fuente y cuando desconocemos algo, el Señor puede dispensar de su sabiduria y te dará las habilidades para resolver cualquier asunto.

El dilema de esto radica en que estamos tan arraigados en hacer las cosas de una sola forma y es la nuestra, que en casos puntuales, hemos errado al blanco actuando como necios e inentendidos, que menosprecian la sabiduría y la disciplina. La oportuna corrección ayuda a ejercitarnos para formar en nosotros nuevos hábitos.

Hacernos sabios es un proceso, la sabiduría de Dios nos hace fructificar, nos bendice y así podemos también bendecir a otros. No te enfoques ni ambiciones los tesoros de la tierra, antes que los espirituales. Vuélvete rico en sabiduría dispensada de lo alto, y deja que las añadiduras por las que tanto te esfuerzas, lleguen solas, sin forzarlas.

Que el temor de Dios, sea el vestido que hoy te pones para lucirlo. No menosprecies el oportuno consejo, cuando sea necesario recibirlo. Para hablarnos Dios, puede usar fuentes inesperadas. Si tu corazón se mantiene humillado, tarde que temprano serás exaltado y tu boca proferirá misterios y sabiduría como Salomón.

Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comenta y comparte con tus amigos y familiares el contenido de este mensaje. Escribeme desde que lugar del mundo me lees.

Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla