
Hay momentos en la vida, en los que miramos alrededor y sentimos que todo carece de sentido. La actividad que en algún instante nos apasionaba, hoy se nos volvió monótona y la rutina que antes llenaba nuestros días de alegría, hoy nos aburre y nos cuestionamos el por qué hacemos lo que hacemos. Qué difícil es llegar a experimentar que los logros no nos emocionan y que las relaciones no nos satisfacen. Y surge una pregunta silenciosa pero insistente: ¿Por qué llegamos a vivir todo esto? Los vacios no llegamos a sentirlos de la noche a la mañana, sinó que se instalan lentamente, como la niebla cuando cubre la claridad interior. Lo que antes era propósito, se transforma en obligación. Lo que era pasión, se vuelve peso. Y lo que era fe, se convierte en duda. Responde la siguiente pregunta, amado lector: ¿Por qué sentimos que nada tiene sentido?
Hoy quiero compartirte algunas razones por las que podemos llegar a sentirnos así:
1. Nos desconectamos de nuestra esencia. El mundo premia la productividad más que la autenticidad. Es fácil perderse haciendo lo que debemos y olvidar lo que somos. El alma se resiente cuando no se le escucha.
2. Entramos en una crisis de propósito. Cumplimos metas impuestas por los demás, pero no por convicción propia. Cuando esas metas se alcanzan, el vacío aparece y nos pregunta: ¿y ahora qué?
3. Heridas no sanadas: El dolor emocional no resuelto, actúa como un velo sobre nuestra percepción. Distorsionamos la manera en que interpretamos la vida y llevarnos a creer que nada vale la pena.
4. Fatiga espiritual: Cuando hemos intentado sostenernos por nuestras fuerzas durante demasiado tiempo y no alimentamos nuestra vida interior. Ésto agota el alma.

El sentido no siempre se encuentra, sinó que se construye. A menudo, esperamos que el sentido nos sea revelado desde afuera, ya sea que veamos una señal clara, una puerta que se abrió, una voz real que nos diga qué camino debemos tomar. El sentido no siempre viene como una revelación, sinó como una decisión. Una elección de comprometerse con lo que late dentro de nosotros, aunque sea débilmente.
Volver a encontrar sentido no es una tarea lógica, sino espiritual y emocional. Detente, calla y pregúntate: ¿Qué te duele? ¿Qué pequeñas cosas aún tocan tu corazón? Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
3 Respuestas
Gracias Pastor.
Excelente gracias pastor
Solo puedo decir que vengo experimentado todo lo anterior escrito en este texto, que aún asistiendo a la iglesia siento un profundo vacío y frustración 🫣