Perdidos y hallados

Estar perdidos espiritualmente, implica estar separados del Señor. Jesús vino a cumplir el propósito salvador del Padre, porque la gente se pierde sin Dios. No importa cuanta riqueza, títulos, poder o fama se tengan. Sin Jesús estamos perdidos. Muchos celebran estas fiestas decembrinas sólo siguiendo el patrón cultural de todos los años: Decorar un árbol, comer mucho, comprar y recibir regalos, viajar, visitar lugares decorados y reunirse en familia. No digo que nada de eso esté mal. Aplaudo tomarse un tiempo para el disfrute con los seres que amamos, pero el propósito de la Navidad, va más allá que todo lo anterior. Si no sabemos el por qué de la celebración de ésta temporada, vano es celebrar Navidad. Jesús nos entregó la razón de su venida al mundo en aquella primera Navidad: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Lucas 19:10 RV60.

Sentirnos perdidos y sin Dios, abre muchas ramificaciones y en cada una de ellas, una pérdida distinta. Sin Dios en nuestra vida, perdimos nuestra dirección. Nos vimos obligados a escoger mal el lugar a dónde ir y lo que debiamos hacer. También sin Dios, perdimos el sentido de protección. Nos sentimos sólos y eso tiene a muchos ansiosos y estresados. Tratan de vivir bajo su propio cuidado y protección y no bajo el de Dios. Sin el Señor, desconocemos nuestro potencial. Nunca conoceremos los dones y talentos que tenemos, si no estamos en una relación con él. La ausencia de Dios nos roba la felicidad. Podemos tener todo el dinero y el poder de este mundo, pero sin Dios nunca tendremos verdadero gozo en el corazón. Finalmente sin Dios, perdemos un lugar ganado por Jesús y es nuestro hogar en el Cielo. Dios permite que nos rebelemos mientras estamos aquí en la Tierra, pero en el Cielo no hay rebelión.


Pero nadie que está perdido ha perdido ni una onza de valor para Dios. Aún si no tienes una relación con Dios, tienes un inmenso valor para Él. Pérdida implica valor. Lo que alguien está dispuesto a gastar para recuperar algo que está perdido muestra lo valioso que es aquello que desea encontrar. La Buena noticia que tenemos es que fuimos hallados por el inmenso amor de Dios, que envió a su Hijo a la Tierra en la primera Navidad, para buscarnos y salvarnos. ¡Esa es razón suficiente, para celebrar! Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Deja tu comentario al final del blog y comparte el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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