Cuando un hijo de Dios se levanta a orar con fe e intensidad, confía y cree en lo que Dios pueda hacer, debe estar convencido de que los cielos se unen a la tierra, y la respuesta desciende. No existe poder más grande, que el de un hijo clamando a Su Padre eterno. La oración fue el vehículo que Jesús nos dejó, para conducir nuestra necesidad a Dios. Si oras con fé verás los cielos abrirse y lo extrordinario y sobrenatural sucederá.

Una oración de poder demanda intensidad, como la de aquella viuda que se acerca a un juez que era impío. El no temía a Dios y no respetaba a los hombres. Luego de insistir durante un tiempo la terminó favoreciendo, porque sabía que su insistencia le agotaría la paciencia. ¿Somos nosotros acaso menores o menos intensos en pedir que aquella mujer? Si seguimos creyendo más en nuestros gigantes llamados temor y desánimo o lanzar expresiones como: ¡No se puede! , ¡No soy capaz! , ¡Soy pobre! y ¡No merezco ser feliz! dudo que conquistes algo.

Tu respuesta favorable, desciende hoy. Créelo en el nombre de Jesús. Cierra tus ojos y abre tu boca, con la intensidad de esa mujer de fé y espera por tu milagro, en el nombre de Jesús. Los cielos ya se unieron a la tierra. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que publique un nuevo artículo. Bendice a tus amigos y familiares, reenviando el link de ésta reflexión.
Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
4 Respuestas
Me pasa a menudo, creo más en el desánimo que en las promesas y ya sabiendo que soy un hijo y solo tengo que clamar a mi padre y ya !!
Amén, amén y amén.
Amén 🙏
El desanimo con frecuencia me invade que fortalecedor ha sido para mi este blog.Gracias Dios gracias Pastor.