BRAZOS ETERNOS

Según Gary Chapman en su libro: Los 5 lenguajes del amor, el CONTACTO FISICO (abrazarse, besarse y acariciarse entre otras expresiones) es una forma de transmitir y recibir amor. Para algunas personas el contacto físico es su lenguaje principal. Sienten a través de un abrazo, la seguridad y la felicidad que necesitan para sentirse amados.

Las expresiones de afecto en este tiempo de pandemia, se han quedado circunscritas a tocarnos los codos. Sólo entre los más cercanos, las familias y amigos se abrazan o besan, en algunos casos con algo de temor. Ese es el alto precio que hemos pagado con esta pandemia. Sin dejar a un lado el distanciamiento, no podemos apagar el amor que llevamos por dentro.

Hoy mas que nunca debemos abrazar desde adentro del alma, con total sinceridad y sin falsedades. Nuestras miradas, palabras y hechos, como actos de cuidado y amor, urgen más que nunca. Orar sin cesar, llamar al enfermo y a su familia, participar de despedidas a la eternidad aunque sean virtuales, escribir notas de aliento, todo cuenta y es muy importante.

Todo lo que implique movilización de amor por el necesitado, serán como abrazos eternos de parte del Señor, a quienes lo necesiten. Abre tus ojos y mira quien puede urgirle tú ayuda. El temor no lo quita una vacuna, lo extermina el amor del Señor a través de nosotros. Pido que abrazos de consuelo, bálsamo para sanar las heridas del alma de tantas y tantas personas que perdieron a un ser querido en éste último tiempo sea derramado del cielo para esos corazones lastimados y quebrados.

Hombres y mujeres por igual podemos dispensar del amor del Señor. Ese Dios eterno, es tu refugio, tu fuerza y sus tiernos y eternos brazos te sostienen. Que hermosa promesa para iniciar este dia. Dios no es cursi, es romántico y muy expresivo. Lía Barbery, autora del libro El lenguaje de los abrazos, enseña que: Al abrazar, segregamos oxitocina (hormona del apego, la sociabilidad y la confianza), serotonina y dopamina, por lo que se genera una agradable sensación de bienestar, armonía y plenitud en el momento de un abrazo. Oro que volvamos a abrazarnos, sin sentir temor o asco por nadie.

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Pr. José Ángel Castilla