
El mundo de manera frecuente nos recuerda y encasilla en un pasado que quedó atrás. Permanecer anclados al ayer, nos hace estar atados y pensando constantemente en lo que fuimos e hicimos. Los errores o las limitaciones, no nos definen. Cuando llegamos a los caminos de Dios, recibimos una nueva identidad. Hoy somos definidos por la declaración de Dios acerca de ti. Simón Pedro fue un pescador inseguro quién primero hablaba y luego pensaba. Ese que un día arrancó la oreja de un soldado y quien también negó a Jesús, llegó a convertirse en un valiente apóstol, que entendió quién era en Cristo. No eres un accidente amado lector. La sagrada escritura dice que tú eres linaje escogido, elegido antes de que éste mundo fuera fundado. Hoy tenemos acceso directo al Padre, através del sacrificio de Jesús en la cruz del calvario y eso nos reviste de autoridad espiritual para interceder. En el pasado quedó el sistema del mundo, entonces fuimos apartados para reflejar la Gloria de Dios.

En el mundo se vive para alimentar los egos, por eso ahora en los caminos del Señor, ya no vivimos para nosotros mismos, porque pertenecemos a Cristo quien pagó el precio más alto que alguien pudo pagar por tu vida. La nueva identidad en Cristo que ahora nos define, no se basa en lo que otros digan de nosotros. Tampoco en percepciones personales acerca de lo que pensamos, sinó que se basa en Su Palabra. Vivir en una nueva identidad en Cristo, nos lleva a soltar el pasado, nos hace sentir seguros por lo que Jesús hizo en la cruz. No permitas que el pasado, las muchas veces que hayas caído o las opiniones externas te den la definición de quién eres hoy. Declara hoy lo que la Biblia dice de ti: Somos hijos de Dios, templos del Espíritu Santo y más que vencedores. La identidad nos hace valientes para enfrentar desafíos, nos entrega autoridad para derrotar la tentación y nos da la confianza de acercarnos al Padre sin miedo a ser condenados. ¿Estás listo para soltar el pasado y el ayer? Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla