Viajar al exterior para llevar e instalar a mi hija hace pocos días para iniciar estudios, nos representó un viaje de casi 22 horas, entre escalas y retrasos en los vuelos. Pese a que me fascina viajar y disfruto mucho el previo y el post de un viaje, fue difícil viajar ligero. Eran muchas maletas y bolsos de mano y todo extremadamente pesado. Cada escala se hizo tedioso al cargar todo lo que tocaba llevar, y que no cabía en las maletas que iban en la bodega del avión. Hago esta analogía de mi reciente experiencia, con el artículo de hoy. La vida es un largo viaje que se emprende y como tal, lo ideal es que al interior del equipaje que llevamos, no pese más allá de lo permitido. Esto implica amado lector, sacar de la maleta el peso de los recuerdos dolorosos, la culpa que podamos sentir y que nos impide avanzar. También debemos mantener al límite las relaciones tóxicas y dañinas, que no aportan nada bueno a nuestras emociones y vida espiritual.
Todo ropaje que nos reste la fuerza, tiene que salir de la maleta. Saca del corazón todo lo dañino y que te impida tener un viaje cómodo. El Señor nos promete una vida abundante y ligera. Estamos llamados a guardar el corazón, por sobre todas las cosas. Es una responsabilidad con nuestra salud emocional y espiritual. La Biblia nos insta a dejar a un lado todo lo que nos estorba y despojarnos del peso y del pecado para poder correr la carrera de la vida. Somos atletas que corremos para ganar la corona de la vida eterna. Esta es una carrera de santidad y esfuerzo en agradar a Dios, a través de todos nuestros actos. Tómate unos minutos para meditar y decidir qué llevas para el viaje y qué cosas sueltas.
Renuncia a pecados ocultos y pide fuerzas al Señor para guardarte de las tentaciones que te hagan fallarle. No olvides que tú felicidad y tú paz son innegociables, ellas llévalas en tu viaje. Procura sonreír, Cristo Jesús te ama mejor que nadie. Recuerda que Él no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Abrazo fraterno para todos y feliz inicio de semana.
Pr. José Ángel Castilla