Poco tiempo antes de nacer Jesús, dice la escritura que no había lugar disponible para José y Maria. El advenimiento de nuestro salvador y eterno Dios, había sido prometida 700 años antes. Las diferentes profecías, predijeron una gran verdad, y era de que el Salvador del mundo, habría de venir. Su nacimiento dividiría la historia en un Antes y un Después. Pero cuando el Hijo de Dios vino al mundo, no había lugar para alojarse. El posadero perdió una tremenda y única oportunidad de que el Salvador naciera allí. Si Jesús hubiera nacido en uno de sus cuartos, de seguro hubieran manufacturado un gran letrero que hubiera dicho: “¡El Hijo de Dios Nació Aquí!” Ese negocio de hospedajes, hoy sería un negocio millonario, cobrando entradas costosas para conocer ese “cuarto”. Pero el Padre no lo quiso así y ese hombre perdió la más grande bendición de toda su vida. No tuvo un cuarto para Jesús.
¿Cuál es la diferencia entre ese posadero y nosotros? El no tuvo un cuarto para el Señor y a veces nosotros nos vemos inmersos en muchas ocupaciones, que tampoco le damos un lugar importante para él. Por no hallar habitación disponible, un pesebre fue el espacio escogido para nacer. No te resistas a darle la importancia que Jesucristo se merece en tu vida. Llenamos nuestra agenda con actividades que son insignificantes y poco importantes, comparadas con tener un momento con Jesús. Gastamos en cosas materiales que no necesitamos, pero creemos que hacer la obra de Dios es gratis y nos cuesta honrar el trabajo de la iglesia, cuestionando dar ofrendas y diezmos y apoyar a sus siervos, cuando éstos necesiten. En éste tiempo de Navidad, aparta un lugar en la posada de tu corazón para Jesús.
El Señor no necesita un cuarto de bebé lujoso y ostentoso para nacer. Sólo espera que tu corazón esté disponible con un lugar especial para él. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Deja tu comentario al final del blog. Comparte con otros amigos y familiares el link de éste mensaje. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla