Si Dios nos llama su nación santa, nos está diciendo que su anhelo es que nos consagremos, guardemos y apartemos solo para El. Hay personas que en su casa tienen un vaso en el que sólo beben ellos. Nadie puede tocar o usar ese objeto que es de exclusivo manejo de quien lo apartó.
Así pasa con el deseo de Dios con nosotros. Tenemos un libre albedrío que nos da libertad de acción y pensamiento, pero condicionado a hacer Su voluntad perfecta, porque lo amamos y debemos rendirle cuentas.
El mensaje de Dios al pueblo, tenía que ver con identidad. Israel estaba siendo sellada y marcada en bendición. Era el deseo de Dios de levantar familias que lo amaran y buscaran. Que le rindieran culto y eso se transmitiera de generación a generación.
Ese deseo de Dios sigue vivo para tu vida hoy. No te des por vencido si tienes hijos y miembros de tu familia que no son muy espirituales o se quejan todo el tiempo. Sigue creyendo y cree que tu casa, es una casa de Reino y cada corazón de los miembros de tu familia, se rendirá, amará y servirá a Dios.
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Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla