La jactancia es el acto de hacer alarde o presumir de posesiones o talentos ya sea de manera exagerada o falsa, siempre con el fin de impresionar o llamar la atención de los demás. La jactancia también la podemos describir como la actitud de superioridad que produce molestia o irritación, en quienes la perciben. El apóstol Santiago en el pasaje de hoy, reprende a las personas con un corazón que vive y planea su vida, pero lejos de la soberanía y dependencia de Dios. El apóstol nos confronta con la pregunta: ¿Cómo saber lo qué será de nuestra vida el día de mañana? El mismo responde diciendo que es como neblina del amanecer, aparece un rato y luego se esfuma. Asi pasa con los logros de los orgullosos y jactanciosos, se perciben por un poco de tiempo, pero luego desaparecen. Más no es así con los hijos de Dios. Dependemos de un Dios que todo nos lo da y nos sometemos a su total soberanía y voluntad para entender los tiempos. La vida humana es frágil, si respiramos, nos movemos, trabajamos, nos alimentamos, es porque Dios nos ha dado el permiso.
El apóstol Santiago no nos desanima de planear y hacer, sino hacerlo sin el permiso y sello de la voluntad divina. Es que nada podríamos hacer sin CRISTO. Lejos de él nada somos. La jactancia entonces, es la esencia del pecado: una “Independencia orgullosa”. Así le ocurrió a Lucifer en el cielo y a Adán en el huerto del Edén. El primero cayó por su rebeldía y el segundo desobedeció a la instrucción de Dios. Como hijos de Dios debemos cuidarnos de toda jactancia y orgullo y depender completamente del Señor, con un corazón humilde y manso. Te invito a renunciar a todo pecado de orgullo y jactancia y pedirle perdón a Dios. Jesús se humilló tomando la posición de un siervo semejante a nosotros y murió en la cruz por toda la humanidad. Imitemos a Jesus en su humildad. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos y feliz inicio de semana.
Pr. José Ángel Castilla
Amén, mi voluntad en la suya.