Dios padre está sentado en su trono y desde allí recibe una sublime adoración celestial única como sólo él la merece. Hablar de la palabra trono, es definir un lugar único donde se sientan los dignatarios o personas de alta estima y poder. La palabra trono aparece cincuenta veces en el nuevo testamento y treinta y nueve de ellas, aparece en el libro de Apocalipsis. El pasaje de hoy nos muestra a veinticuatro ancianos que representan a los redimidos y ellos, se POSTRAN delante de aquel que está sentado en el trono. Los ancianos ubicados cada uno en su pequeño trono, con coronas (stephanos en griego) en sus cabezas, ADORAN al que vive por los siglos de los siglos. La escena sublime y celestial de adoración, termina cuando ellos ECHAN SUS CORONAS delante del trono, diciendo: “Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”
Cada uno de esos veinticuatro personajes, van vestidos de blanco en señal de pureza y sus coronas son señal de recompensa y victoria.
Saber el nombre y la procedencia de esos ancianos, no es lo verdaderamente importante. Lo relevante es lo que hacen y es lo que él apóstol Juan recibió en la revelación de aquella visión que el Señor le permitió presenciar. ARROJAR SUS CORONAS significa reconocer que toda victoria, todo honor y todo logro que poseemos viene de Dios, no de nosotros. Ellos rinden sus recompensas a los pies del Creador, declarando que sólo Él es digno de recibir toda la gloria.
Es una escena de HUMILDAD, RENDICION Y ADORACION total. Las coronas que llevan los ancianos, son CORONAS DE VICTORIA, que le pertenecen al Señor. En la antigüedad, el emperador de Roma gobernaba sobre muchos reyes menores, y a estos se les ordenaba venir, en un tiempo determinado, delante del emperador para echar sus coronas ante él como homenaje. Luego, él se las devolvía, como una demostración de que sus coronas, su derecho de gobernar y su victoria, provenían de él. Estos reyes menores, hacen un acto de postración similar a lo que Juan vió con los ancianos alrededor del trono de Dios.
Hoy es un buen día amado lector, para arrojar tus coronas, gratitud, sumisión y postración delante del Señor. Agradece por todo lo que has recibido. Lo bueno y lo no agradable también y adora a Dios con tus palabras, tus actitudes y pensamientos. Nunca olvides que él Dios que adoramos es poderoso y reina eternamente desde un trono de poder. Recuerda que él no ha terminado contigo. Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla
