
La Biblia contiene muchas promesas de parte de Dios para nosotros. También leemos acerca de cómo el Señor introdujo a su pueblo, a hombres adoradores y patriarcas, por diversas pruebas. Hay instantes difíciles, en los que la realidad que ven nuestros ojos, contradice lo que creemos. Oramos cuando estamos enfermos, pero el dolor continúa. Creemos en que Dios traerá provisión sobrenatural, pero los que nos deben no se manifiestan para pagarnos y las cuentas continúan acumulandose mes a mes. Declaramos palabra de libertad, pero sentimos cadenas y opresión espiritual a nuestro alrededor. ¿Qué sientes amado lector, cuando lo que ves no está alineado con lo que crees?
Cuando la realidad golpea nuestra fe, se nos presenta una oportunidad: rendirnos o reafirmarnos. En la Biblia encontramos muchos ejemplos de hombres y mujeres que enfrentaron duras realidades, pero eligieron aferrarse a Dios y no rendirse.

El adorador y sufrido Job lo perdió todo, pero nunca perdió su confianza en Dios. No negó que sentía dolor, pero decidió que su fe no dependía de las circunstancias que vivía. Al padre de la fe Abraham, Dios le dió la promesa de un hijo, siendo su cuerpo anciano e incapaz de procrear. Él no negó la realidad, pero escogió creerle al Dios que devuelve la vida a lo que se ha muerto. ese a que su condición humana decía lo contrario. En el caso de nuestro Señor Jesucristo, sintió abandono y en Getsemaní experimentó el peso mental y emocional de lo que implicaba cargar una cruz. Su realidad era oscura, pero su fe estaba intacta y firme. La fe verdadera se mantiene aun cuando la obediencia duele.
¿Qué hacer cuando nos rendimos en nuestra fe?
1. No niegues tu realidad, presentásela a Dios. Él no nos pide que ignorar lo que nos pasa, sino entregárselo a él.
2. Recuerda y aferrate a sus promesas. El enemigo de nuestras almas, quiere que olvides lo que Dios te ha dicho. ¡Aférrate a su Palabra!
3. Alimenta tu fe con la Palabra. No te dejes llevar por las emociones, porque éstas son momentáneas. no con las emociones. Lo que sientes puede cambiar, pero lo que Dios dice permanece.
4. Adora a Dios en medio de tus batallas. La adoración no cambia nuestras situaciones, pero si puede cambiar nuestro enfoque hacia los problemas.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo.
Pr. José Ángel Castilla