Dios nos limpió y apartó para él con propósitos santos. Él rompió las cadenas de pecado que nos ataban, también nos perdonó y nos dio un nuevo corazón, nuevas fuerzas y el Espíritu Santo para vencer hábitos, pasiones y deseos desordenados. Hoy amado lector, podemos
decirle: “No al pecado”, porque ya no tiene dominio sobre nosotros
¿QUÉ ES LA SANTIFICACIÓN? Es estar apartado completamente para Dios.
“Santificar” significa separar. Cuando Cristo nos salvó, nos apartó del mundo para ser de Su posesión exclusiva. La santificación, es un proceso continuo que no significa haber vivido sin fallar, sino estar limpio delante de Dios. Esto Implica:
a. Un corazón sinceramente entregado a Él.
b. Una vida apartada para Dios.
c. Una mente y emociones alineadas con Cristo.
d. Pureza integral: mente, corazón, cuerpo, intención y conducta.

¿Se puede restaurar la pureza, luego de haber fallado?
La pureza se restaura por la GRACIA y el PODER LIMPIADOR DE DIOS. Él restaura, renueva y hace nuevas todas las cosas.
La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad. Dios así como perdona, también limpia y restaura. Aun lo mas sucio e impuro puede ser restaurado: La mujer adultera, la samaritana y María Magdalena, Jesús no sólo las perdonó, sino que les devolvió su IDENTIDAD, DIGNIDAD Y PUREZA. Ésta última, no es un estado físico, sino una obra espiritual del Espíritu Santo.
¿Por qué es importante este beneficio de la restauración de la pureza como sello de herencia? Por que somos limpiados por dentro, somos libres de la culpa y de la vergüenza. Tenemos una nueva identidad, también el poder para vivir diferente, con un corazón nuevo para honrarle.
Él cambia nuestra manera de vivir porque queremos dejar atrás el pasado. NO nos rendimos más al lodo cenagoso de donde un día él nos sacó. Recuerda que Dios no ha terminado contigo.

Abrazo fuerte para todos.

Pr. José Ángel Castilla