
El apóstol Pablo así como a nosotros nos ocurre en la vida cotidiana, experimentó pruebas fuertes e intensas. Un aguijón en la carne le fue puesto de parte de Dios haciéndole sentir sujeto y limitado. En tres oportunidades le rogó al Señor que se lo quitara y la respuesta de Dios fue contraria a lo que él deseaba. “Bástate mi gracia”, fue la voz que escuchó y mostró que la debilidad no era un obstáculo para cumplir sus propósitos, sino el medio perfecto en donde manifestaría Su poder con mayor fuerza. Así como ha Pablo, Dios nos sigue perfeccionando amado lector. Hay días en los que siento que no puedo más y Su voz retumba dentro de mi diciéndome lo mismo: “Bástate mi gracia hijo”, “Yo estoy contigo”. Esa voz interior me impulsa a seguir adelante. La palabra griega: Perfección es teleióō y significa completar, y llevar a su máximo cumplimiento. Nuestra debilidad, es el lugar en donde el poder de Dios se despliega a plenitud.

Si en tu caminar con Dios te sientes limitado, con luchas internas o fragilidad, nunca olvides que no se trata de tu fuerza, sino de Su gracia. A través de la gracia recibimos salvación en Cristo Jesús y ella también nos capacita, levanta e impulsa a vivir por encima de toda limitación. Necesitamos reconocer nuestra debilidad en oración de forma sincera delante de Dios. Ese acto hará que el Señor manifieste
Su gloria. Reconocer que somos frágiles, no es un acto de fragilidad, sinó el cuaderno donde Dios escriba una nueva historia de amor y perfeccionamiento en Jesucristo. Agradece lo que vives, no escondas más tus luchas, sinó entrégaselas al Señor. Recuerda y confía en que cada área débil le dará a Dios la oportunidad de manifestarse. Dios no ha terminado contigo. Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla