No debemos dudar que para Dios no hay imposibles y una de las herramientas más poderosas que tenemos es la oración. Hay momentos en donde podemos pedir dirección y en otros necesitamos avanzar en obediencia. Algunos se abrazan al miedo de no caminar al lugar donde Dios les pidió que se movieran. No escucharon su voz, y se quedaron pidiendo lo que el Señor les dijo que ya era de ellos. El pueblo de Israel sólo necesitaba marchar. Ya habían recibido la promesa de que serían libres del yugo egipcio. Dios mostró su poder en Egipto con poderosas señales y maravillas. Cuando llegaron y vieron un mar al frente y un poderoso ejército detrás, sintieron mucho temor. Dios no los condujo hasta allí para darles una promesa o una palabra de consuelo, les dió una sóla orden: ¡Marchen! Esta hermosa historia de fe nos entrega varias verdades:

• Hay un tiempo para clamar y otro tiempo para actuar.
• Dios abre caminos mientras marchamos con fe y valentía.

¿En qué área de tu vida te sientes estancado amado lector?

¿Continúas esperando a que Dios haga, lo que él mismo te pidió hacer a ti?

Te invito a marchar y a dar pasos de fe en tu llamado, en tu trabajo o estudios y en tu familia. Dios te dice: ¡Marcha! No dudes más ni tampoco retrocedas en tu caminar. Tampoco procrastines más en aquello que te mandó a hacer. El mar rojo de nuestra vida se abrirá, cuando des el primer paso.  No ores o ayunes pidiendo a Dios confirmación de lo que él habló en su palabra. Simplemente obedece y anda, las aguas se abrirán y tus pies no se mojarán. No te resistas a dar el paso que Él demanda por temor en tu corazón, dudas o aún desobediencia. Dios le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí?”, ésto no era un rechazo a la oración, sino una confrontación. El tiempo clamar ya había pasado, ahora venía el momento de actuar. Toma tu vara y extiendela sobre las aguas, Dios te sorprenderá. Recuerda que el Señor no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla