Creo que a la mayoría de personas, nos ha pasado, que hemos mirado a nuestro alrededor y concluimos a priori, que a los otros les han llegado mejores oportunidades. Pensamos quizás, que sus luchas son menos duras que las que nosotros libramos y hasta sentimos que sus familias son más funcionales y menos conflictivas que las nuestras. Pensar así, nos lleva a un enfoque incorrecto de nosotros mismos, arrojandonos al hoyo profundo de la comparación. Dedico éste artículo a todos los que hoy, luchan mirando su entorno más fuerte y favorable que el suyo, desvalorando así sus propias luchas. Cada uno busca esforzarse día a día por conseguir las metas que se propone, aunque sienta que las puertas que toca demoren en abrirse. No por eso debemos claudicar sino continuar con perseverancia. No te sientas sólo en tus luchas, cuando haces a Dios tu aliado principal, él te ayudará a llevar tus cargas. El pasaje de hoy nos ilustra a Asaf el salmista, quien se sintió dolido al ver cómo prosperaban los impíos mientras los justos sufrían. Sólo en la presencia de Dios, pudo entender la verdad espiritual detrás de todo lo que sentía.
Cuando nos comenzamos a comparar con los impíos, caemos en una trampa emocional que debilita nuestra fe. El enemigo de nuestras almas, usa lo que ves para convencernos que Dios se olvidó de nosotros, pero ¡eso no es cierto! Dios conoce el futuro, conoce cada día, hora y minuto de tu proceso y desde la eternidad, prepara una poderosa recompensa. ¡Dios nunca llega llega tarde!
No te sientas amado lector, perdiendo el tiempo ni caminando hacia una meta pasajera; estás en el proceso de formación divina. Dios está edificando tu carácter, fortaleciendo tu fe, puliendo tu dependencia total de Él. Lo que para otros es fácil, para ti es una plataforma de crecimiento espiritual. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
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