La nueva vida en el Señor, implica levantarnos del polvo y del lodo cenagoso. Ambos representan una antigua vida de pecado e inmundicia. Así como Jesús dejó el sepulcro y resucitó, también nosotros hemos resucitado con Cristo y estamos llamados a actuar de la misma manera en que Jesús lo hizo cuando resucitó. Luego de la resurrección, el Señor dejó la tumba. Nosotros también abandonamos la nuestra, porque ya no vivimos allí. Otra cosa que ocurrió luego de la resurrección del Señor, fue que él ministró, compartió y sirvió a sus discípulos y a la gente. La renovación de nuestros corazones, ahora nos impulsa a ayudar, servir y estar cuando otros nos necesiten. Jesús realizó milagros increíbles y anhelaba regresar con el Padre. Qué bonito que podamos nosotros también creer en lo sobrenatural, cuando oramos y esperamos que Dios desate su poder en nuestras vidas y familias. Nuestra mira debe centrarse en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Alguien centrado en el cielo, esconde y sumerge su vida y corazón, en el Señor.

Jesús está sentado en su trono como Rey en el cielo y nuestros pensamientos y corazones, deben conectarse con la eternidad también. Buscar las cosas de arriba, denota aspiración, deseo y pasión. Pon tú mente en ésto siempre. Amar las cosas de arriba implica amar a Dios, Su Reino, Su Palabra y la gente. Amar lo eterno, necesita también despojarte de actitudes del pasado y revestirte de cosas nuevas. Hay un vestido qué quitarnos y otro qué ponernos. No podemos transitar en una nueva vida, con harapos y remiendos del pasado. Piensa en las verdades eternas y llena de esperanza tú corazón porque amas a Dios. Esta vida en la tierra es temporal, todo acaba, todo perece. ¡En Jesús hay eternidad! Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

Mañana un nuevo episodio de cápsulas de fe, a través de mi canal de Youtube. Si aún no has visto el anterior, aquí te dejo el enlace para que entres:

Dios abre puertas