
Todos las personas experimentamos un vacío interior, que suele satisfacerse de forma equivocada, con placeres, posesiones, otras personas o relaciones pasajeras y diversos pasatiempos. La historia de la mujer samaritana, refleja la vivencia de las generaciones de hoy: Insatisfacción, sed emocional y espiritual que va y viene, pero nunca se sacia. Son corazones sedientos buscando en el lugar equivocado, el amor que sólo Dios puede ofrecer a plenitud, para nunca más tener que llegar a los mismos pozos de aguas limitadas. En éste mes donde celebramos el amor y la amistad, dedico este artículo, a todos aquellos que buscan y no hallan a la persona idónea con la cual compartir su vida. La mujer samaritana se sentía tan vacía que iba todos los días al mismo pozo, pero regresaba a casa con la misma sed. Había tenido cinco relaciones maritales fallidas y actualmente estaba en una relación sin compromiso, razón por la cual se sentía insatisfecha.

Confronta tanto ésta historia, porque un corazón que no ha experimentado el amor de Cristo nunca se sacia. Ella corría tras lo temporal y pasajero, pero descuidó lo eterno. Sólo se preocupaba por vivir sus días iguales, sin mayor trascendencia ni cambios espirituales o emocionales. Quien pretenda que la gente sacie sus vacíos emocionales, siempre sentirá caos y se sumirá en la decepción, la tristeza y pensará que la alegría le es esquiva. Y ni qué decir de los que buscan llenarse a través de trabajo, dinero y placer momentáneo. Por eso Jesús le advierte a la samaritana: “El que beba de esta agua, volverá a tener sed.” Esta mujer buscó en el amor humano, lo que sólo Dios podía darle. Haber tenido múltiples relaciones, muestra la multiplicidad de intentos en los que se equivocó. No te llenes amado lector, de cosas superficiales y no tengas relaciones sin propósito. Cuando dejamos a Cristo entrar a nuestro corazón, el vacío se convierte en una fuente que rebosa.
La samaritana de ésta historia, al encontrar el amor de Jesús, le entregó sus cargas y experimentó el gozo de la salvación. Soltó su cántaro y corrió a anunciar a los demás acerca de a quien se había encontrado, las cosas que le dijo y la restauración conquistada de parte de Cristo. Nada en este mundo, puede llenar el vacío del alma. Sólo Cristo puede satisfacernos. Corre a Jesús y bebe del agua viva y así nunca más volverás a tener sed. Recuerda que Dios no ha terminado contigo.
Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla