
Existen diferentes características que nos pueden indicar si somos gente tóxica. Muchos de estos comportamientos afectan la forma de relacionarnos con nuestras familias, amigos y compañeros de trabajo. Todos llegamos a los caminos del Señor con formas de relacionarnos basadas en actitudes que aprendimos en nuestros hogares siendo niños. ¿Cómo saber, amado lector, si tenemos comportamientos tóxicos?
Alguien tóxico suele ser una persona difícil de tratar y nociva para quienes le rodean. Las actitudes tóxicas desmotivan y hasta cansan a otros con la forma en que se relacionan con otros. Necesitamos la ayuda del Espiritu Santo, para poder identificar estas conductas. Oremos y revisemos si cualquiera de las siguientes señales aún afloran en nuestras actitudes o forma de hablar:
1. Control. De forma excesiva cohíbimos la libertad de la gente que nos rodea. Imponemos nuestras decisiones, ejerciendo intimidación y amenaza.
2. Crítica constante. Se juzga y critica con frecuencia, en lugar de entregar apoyo y aliento. Mengua la autoestima de los demás, deteriorando su vida social.

3. Negatividad. De forma persistente nos enfocamos en lo negativo y difundimos un ambiente pesimista a nuestro alrededor.
4. Falta de empatía. Restamos importancia a los sentimientos y necesidades de los demás, centrándonos en nosotros mismos. Cuando hay empatía, construimos vínculos saludables y comprendemos mejor a los demás.
5. Comportamiento manipulador. Tendemos a manipular, para obtener lo que queremos. Se manipula a través de la culpa, el chantaje emocional o haciendonos las víctimas.
6. Falta de responsabilidad. Evadimos la consecuencia y responsabilidad de lo que hacemos, culpando a los otros de nuestros problemas. Ser responsables, nos hace crecer y construir relaciones saludables.
¿Con cuál de las anteriores actitudes, sientes que aun luchas, dañando tu forma de relacionarte con los demás?
Renuncia a ellas, sometete a la voluntad perfecta de Dios y recuerda que su obra de transformación, no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla