
Confiar en Dios no implica sentir, sino decidir creer en Su Palabra. Allí todo está escrito y siempre la Biblia contendrá la perfecta voluntad del Señor. Por eso debemos confiar y creer, aunque nos cueste y digamos que no es tarea fácil. Dios siempre cumple y si dejamos de ver señales o las respuestas a nuestras oraciones sentimos que se han tardado, ¡SÓLO DEBEMOS SEGUIR CONFIANDO! En instantes así la fe se fortalece, porque la confianza verdadera se forja en los tiempos de espera. Cuando Dios se silencia, no significa que su operación ha cesado. Él está preparando aquello que aún no podemos ver y que de seguro habrá de sorprendernos. Que nuestro corazón, amado lector, se mantenga firme aunque la situación se torne adversa y contraria. Cuando Dios permite que el tiempo de espera a nuestras oraciones se alargue, nos quiere enseñar a depender completamente de Él.

No se trata de que se haya olvidado de nosotros, sino que está construyendo y forjando nuestro carácter, fortaleciendo nuestra fe y preparándonos para recibir en su tiempo lo que Él nos prometió. Jamás Dios se colocará en modo pausa mientras esperamos, porque permanentemente está obrando a nuestro favor, aunque no lo veamos. Cada minuto de espera tiene un propósito y cada lágrima de dolor sembrada mientras oramos, será el riego a las semillas de oración que hemos plantado. Dios las hará germinar y antes de que culmine éste año, veremos el fruto. Si hoy atraviesas un tiempo de silencio y espera, continúa orando aunque tarde la respuesta. La esperanza en Dios nunca será pérdida de tiempo, Él llega justo a tiempo y cuando lo hace, todo cambia. Continúa confiando amado lector y recuerda que Dios no ha terminado contigo.
Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla