Hay sutiles y silenciosos ataques de nuestra vida espiritual que a veces pasan desapercibidos. Es la forma de operar el enemigo de nuestras almas: rugir como león hambriento, presto a devorar a su presa. El libro de Cantares, nos enseña acerca de las zorras pequeñas que entran a las viñas y las echan a perder. Ésta palabra nos insta a estar apercibidos, porque las zorras por ser tan pequeñas cuando entran a la viña, comienzan a comerse nuestro cultivo espiritual hasta destruirlo por completo. Las viñas representan nuestra vida espiritual, la comunión con Dios, el fruto del amor y los procesos de renovación espiritual que Dios comenzó en cada uno de nuestros corazones. Las zorras son aparentemente inofensivas, pequeñas y poco a poco corroen lo que Dios está cultivando en ti.
Es interesante destacar que las zorras no aparecen cuando hay sequía, ni cuando estamos siendo procesados.

Las zorras intencionalmente aparecen, cuando el viñedo inicia el tiempo de su florecimiento. El diablo poco se incomoda por lo estéril, sino por aquello que está dando fruto. Al momento de vernos crecer, gozarnos, estar apartados para Dios y tener nuestro propósito claro, buscará la forma de destruir el viñedo, limitando así su futuro. Una zorra pequeña puede tener distintas formas, y muchas de ellas son: falta de perdón, la envidia, los celos, la avaricia; son esas pequeñas grietas que, si no se cierran, terminaran apagando el fuego que Dios ha encendido. La exhortación de Dios es: Cazen las zorras. El cuidado espiritual, no es fortuito. Dios nos llama a vigilar y cuidar nuestro corazón, el ministerio y la familia. No seamos indiferentes frente a los ataques del enemigo. Levantémonos en oración e intercesión para preservar lo que el Espíritu está haciendo.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla