
Las promesas de Dios son en el Sí y en el amén. Aunque pase el tiempo y veamos tardío el cumplimiento de lo que Dios prometió, debemos seguir esperando, porque Dios siempre cumplirá. La espera humana nos juega malas pasadas, ya que nos hace sentir que el cielo se ha detenido, pero el reloj de Dios nunca se retrasa. El pueblo de Israel anduvo cuarenta años en el desierto y les tocó enfrentar a naciones paganas y poderosas y sin embargo, todo lo que Dios prometió que haría con ellos y através de ellos lo cumplió. El cumplimiento de lo escrito en las promesas de Dios en Su palabra, no depende de nuestras fuerzas ni con nuestros recursos, depende de Su fidelidad. El Señor no promete hoy y luego mañana se retracta y arrepiente. Sus promesas no se desvanecen con el tiempo, lo que él dice, el cielo y la tierra son alineados para que Su Palabra se cumpla, y si Él lo dijo, Él lo hará y se cumplirá. El problema entonces, no es la promesa, sino lo que nosotros escuchamos.

No permitas que la duda haga tanto ruido, que termines prestándole atención y dejes de creer. Cuando estamos cansados, el enemigo también puede hablarnos al oído. Muchas veces dejamos que el ruido de la duda, el cansancio o la voz del Diablo, nos haga olvidar lo que Dios prometió para nosotros. El Señor le dijo a Josué que no se apartará nunca de su boca las palabras escritas en la ley, sino que era necesario meditar en ellas de día y de noche. Meditar es dejar que la Palabra se convierta en el alimento, la fuerza y la luz para nuestro camino. En los momentos de debilidad, regresa a la Palabra y encuentra el recorderis de que eres un vencedor en Cristo. Aunque veas una fuerte oposición, la promesa sigue de pie en el mundo espiritual. Aunque el enemigo quiera estorbarte a ti y a tu fe, nada anulará lo que Dios ya hizo. No quedará sin cumplirse ninguna promesa que él nos haya hablado. No importa cuánto tiempo haya pasado ni lo grande que sea tu batalla. Sus promesas nos mantendrá firmes. Mantén tus oídos atentos, alimenta tu espíritu y camina en obediencia. Recuerda que Dios no falla, y si Él lo dijo, Él lo hará. Nunca olvides que él no ha terminado contigo.
Pr. José Ángel Castilla