Soy un convencido que el hogar es el lugar más seguro, en donde podemos recibir toda la provisión emocional y material que ningún otro lugar nos pueda brindar. Un hogar, lo forman los seres que más amamos, no las cosas o los objetos que podamos adquirir. Cuando uno o ambos padres biológicos faltan, la promesa bíblica que suprime toda orfandad, nos dice: Que aunque padre y madre falten un día, Dios nos recogerá. El pasaje de hoy nos muestra el infinito e incomparable amor que nuestro Padre Celestial, tiene por nosotros. Vemos también en esta historia del hijo perdido en sus placeres y deleites de la carne, cómo se levanta de su corral de inmundicia y decide regresar a casa. El Padre recibe al hijo en sus brazos de amor y perdona sus faltas, así como él ha perdonado las nuestras. Nunca olvides que su infinito amor, cubrió nuestros muchos pecados, testificando con eso, que su amor es real. El Padre al ver regresar a su hijo, le manda quitar el vestido viejo y le pone uno nuevo y mejor vestido en su lugar.
Hay motivos suficientes para organizar también, un gran banquete de celebración por ese regreso del hijo perdido. No se si al leer éste artículo, te sientas lejos de casa. Falente de amor, identidad y propósito en Dios. Al banquete estás invitado porque todo se organiza para tu regreso. Siempre habrá alegría en los cielos, cuando un corazón se arrepiente y decide regresar. Los harapos que sientes cargar, fueron hasta hoy, no te pertenecen, no tienen tus medidas. Solo hay un vestido nuevo y éste lo encuentras en la casa del Padre. Los vestidos en la Biblia, se asocian con la condición espiritual. No te dejes engañar por el enemigo de nuestras almas, ni tampoco caigas en los tropiezos espirituales, para que no llegues a la casa del Padre, porque al llegar, serás vestido de perdón, de restauración, de amor, de su gracia y favor. Hoy es un buen día para regresar a los brazos del Padre, recuerda que él no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Deja tu comentario al final del blog y comparte el enlace de ésta reflexión con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla