Cuan importante es no dejar cabos sueltos en nuestras relaciones. Hay conversaciones que no concluyen, palabras que nos quedamos sin decir, expectativas que nos hacemos y por dejarle todo al tiempo, a que los demás tomen la iniciativa, terminamos no haciendo nada. No sanamos, no arreglamos, no restauramos y el reloj marca y la bola de nieve se sigue creciendo. Entran a jugar factores como que aunque hayamos vivido traumas infantiles, nada nos exime de volver a ser heridos y aún mientras más adultos seamos, más expuestos estamos a ser dañados y a dañar a otros.
Por eso es vital centrarnos en resolver. Poner el foco en las áreas dañadas, que hoy nos hacen vivir llenos de orgullo, resentimientos y amargura de alma. Con la ayuda del Espíritu Santo, identificar esas áreas dañadas del corazón y mejorar cada día nuestras relaciones familiares, sentimentales, sociales y laborales. Esta pandemia ha debido estremecer tu corazón para volverte a lo simple, lo sencillo pero importante de las relaciones: Amar y perdonar.
La Palabra de Dios nos enseña que tomemos la iniciativa nosotros de estar en paz con los demás. Que no dependa de otros resolver un problema contigo. Restaura relaciones rotas tomando tú el control de tus emociones dañadas y clavarlas junto a tu orgullo, en la cruz del calvario para que seas libre y puedas volver a ver a las personas a los ojos, sin rencores y heridas abiertas. No devuelvas entonces a nadie MAL POR MAL y procura siempre la paz.
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Pr. José Ángel Castilla