
Hoy la sociedad ha normalizado el pecado y ha minimizado la grave consecuencia de desagradar y desobedecer a Dios. Debemos tener claro que el plan del Señor para nosotros, es que no vivamos una vida mezclada e influenciada por el mundo, sino completamente apartada para Él. La santidad no es opcional, es un deber en nuestro caminar cristiano. La Palabra nos enseña que: Sin santidad, nadie verá al Señor. Pero éste no es un proceso que podemos hacer sólos. Necesitamos depender del Señor en que en nuestras debilidades, él nos dará la fuerza para resistir y decir no a las propuestas del Diablo que nos contaminan y destruyen espiritualmente. Purificarse no es un proceso fácil, pero si es posible. Es una decisión diaria, una entrega constante en asocio con el Espíritu Santo en la que podamos decirle: Haz tu obra en mi corazón y muestrame lo que debo cambiar. Santidad es reconocer a Dios en cada área de la vida: lo que pensamos, lo que hablamos, lo que miramos y aún, lo que hacemos cuando nadie nos ve.

Pídele al Señor amado lector, que examine tu corazón y que lo limpie de toda contaminación espiritual. Aprende a reconocer y confesar tus pecados y apártarte de toda mala influencia. Busca la santidad como una prioridad, no para agradar a los hombres, sino para vivir en el temor reverente de Dios. Y permite que el Espíritu Santo te transforme. Él es quien te santifica y fortalece. No podemos vivir una vida en victoria, si no ésta no ha sido purificada. No veremos la gloria de Dios sinó caminamos en santidad. Decide hoy consagrarte una vez más, Dios te levantará, te fortalecerá y te usará. La santidad nos fortalece. La pureza nos conecta con la presencia de Dios. Lo sucio de nuestra vida, el enemigo de nuestras almas, lo usará para nuestra culpa y vergüenza, pero lo que consagramos, el Señor lo usará para llenarlo de su gloria. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Ayer fue el estreno del tercer episodio de Cápsulas de fe. Si aún no lo has visto aquí te lo comparto: