
Dios sabe por su infinita sabiduría, cuándo, cómo, dónde y el por qué nuestra fe será probada. Nadie desea tener que vivir un momento adverso y pasar por el fuego de una prueba. Ellas jamás nos debilitan, sino que nos fortalecen y nos hacen más parecidos a Jesús. Cuando enfrentamos dificultades, tenemos la oportunidad de aprender paciencia, confianza y dependencia en Dios. A veces, la vida parece abrumadora, y podemos sentir que nuestra fe está siendo estirada más allá de nuestro límite, pero en realidad lo que Dios está buscando es que nuestra mente limitada sufra un rompimiento y veamos que podemos ir más allá de lo que estábamos acostumbrados. Y son en esos momentos donde Dios está trabajando en nosotros, reafirmando nuestra fe en el fuego, para purificarnos cómo el oro.

Los procesos de Dios se hacen necesarios para que nuestra fe sea probada, y por consiguiente también sea fortalecido nuestro carácter. Cada prueba nos lleva a profundizar en nuestra fe, haciendonos cada vez, más y más dependientes de Dios. Cuando enfrentamos una desgracia o un momento difícil en nuestra vida, fácilmente queremos rendirnos y tirar la toalla. Sólo en esos descensos inentendibles que no queremos vivir por nada del mundo, en donde, Dios nos llama a perseverar y nunca desistir. La paciencia y la madurez espiritual de un creyente, son el fruto de una fe que ha sido refinada por el fuego, así que amado lector, no te desalientes porque del proceso en donde sientes que entraste, saldrás victorioso y muy fortalecido. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla