Una persona rebelde, es alguien resentido e inconforme con el Señor. La rebeldía es el reflejo de heridas internas, tales como el orgullo o la falta de confianza en la autoridad. Alguien rebelde, bloquea toda posibilidad de VER y ESCUCHAR genuinamente a Dios, en medio de las dificultades. El pueblo de Dios en sus diferentes tránsitos desde que salieron de Egipto, mostraron toda la rebeldía que tenia su corazón. El profeta Ezequiel tuvo que hacer frente a esa condición del pueblo de Dios y le profetiza: “NO SEAS REBELDE COMO LA CASA REBELDE”. Y es que el pecado de la rebeldía es peligroso, porque es un acto de DESOBEDIENCIA que ciega el ENTENDIMIENTO y bloquea el RAZONAMIENTO. También este horrible pecado, incita al hombre a ir contra las normas establecidas, acarreando destrucción contra si mismo. Israel fue un pueblo terco y duro de corazón, por esa razón Dios les habla en profecía, sea que la escuchen o no y les recuerda lo REBELDES QUE ERAN.
Es que un corazón rebelde, es duro de entendimiento y no escucha ni recibe consejos. Por eso amado lector, debemos de renunciar al pecado de la rebeldía y ahondar en lo profundo de tu corazón, en donde comenzó todo. Te invito a preguntarte:
¿Cuál es el deseo sin sentido de desafiar a la autoridad?, ¿Quién ha sido injusto contigo?
Las respuestas a éstas preguntas, son un buen comienzo para trabajar cada día en ser dóciles y obedientes. No nos llevemos todo al plano personal, sobre todo cuando nos corrijan y nos hagan ver un punto de vista diferente al nuestro. Gestionemos correctamente las emociones que se desencadenan de la frustración o la ira, propias de este pecado. Pidamos al Espíritu Santo el ser pacientes y amables, frente a las personas que nos hacer perder la paciencia.
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Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla
