
Cuando hablamos de alineación, nos referimos a la acción de colocar las cosas en línea recta o en una posición ordenada. Si conducimos un vehículo y éste se encuentra desalineado, al momento de soltar el timón, el carro tenderá a irse hacia la izquierda o hacia la derecha perdiendo su dirección en línea recta. Ésto ocurre porque se desajustaron los ángulos de las ruedas que permiten que el vehículo funcione correctamente. Asi mismo, a Dios le agrada que nuestra vida esté alineada con Su voluntad, Su Palabra y Su carácter. Estar alineados espiritualmente, implica obedecerle, amarle sinceramente y reflejar Su luz en nuestras acciones diarias. Hacer lo que a Dios le agrada no se trata simplemente de cumplir reglas, sino vivir con un corazón rendido. Es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, es actuar con justicia mostrando humildad en la forma como hablamos y tratamos a los demás. Ésto en el fondo de todo es caminar en integridad.

Cuando buscamos agradar a Dios, nuestras decisiones ya no se basan en lo que nos conviene, sino en lo que busca honrar Su nombre. Medita si tu caminar en el Señor, busca agradarle más a él que a los hombres y si tus pensamientos y actitudes reflejan realmente el carácter de Cristo. Estar alineados en los caminos de Dios, nos debemos preguntar si estamos dispuestos a renunciar a todo lo que nos aleja de Él. Agradar a Dios demanda intimar con Él porque no podemos agradar a un Dios que no conocemos. Agradar requiere una relación personal, por eso a diario debemos cultivar una vida de oración, para garantizar el escuchar su voz al abrir la escritura, cuando iniciamos o al terminar ese tiempo de oración. Agradar también es confiar, veamos o no resultados inmediatos a aquello que pedimos cuando clamamos a Dios. Una fe activa la basamos en la confianza en Su carácter y no en nuestras circunstancias. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla