
El temor es un espíritu utilizado por el diablo como arma letal, para paralizarnos e intimidarnos como hijos de Dios. ¿Cuántas veces el temor se nos ha disfrazado de inseguridad, ansiedad o duda? Cuando le damos cabida al temor y permitimos que nos gobierne, nuestra fe se debilita y cae. Permite que el Señor rompa cadenas de pecado y te haga libre del espíritu de temor y te llene el corazón de confianza. Nunca olvides, que el temor no proviene de Dios, luego entonces, Su amor perfecto echará fuera tus miedos. Es un reto como creyentes, aprender a mirar nuestras circunstancias y desafíos, con los ojos de la fe. Cuando enfrentamos al temor con fe, éste perderá todo su poder. El apóstol Pedro un día caminó sobre las aguas mientras su mirada estuvo en Jesús; pero cuando enfocó su mirada en el viento, tuvo miedo, ansiedad y comenzó a hundirse; así también nos sucede a nosotros, cada vez que quitamos la vista del Señor, el enemigo intentará hundirnos en el temor.

No te sientas sólo en tus batallas. Dios pelea a tu lado. Él tiene el poder para sostenerte y aún levantarte por encima de cualquier temor. Así que abre tu boca y empieza a decretar, a creer y a confiar que el Señor está contigo. Ten presente que el temor no se vence en nuestras fuerzas, sino con fe. Cuando elegimos confiar en las promesas de Dios, caminamos por encima del miedo, y eso trae como consecuencia estar más cerca de nuestra victoria. Que el amor de Cristo, nos entregue la seguridad que necesitamos para derribar todo muro de timidez y declara que no tenemos espíritu de miedo, sino de poder, amor y dominio propio. Que nuestros ojos estén siempre puestos en el Señor, a mantener mis ojos puestos en ti, y a caminar sobre las aguas con fe.
Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla