Toca leer y leer muchas veces para entender lo que el sabio Salomón nos entrega en el pasaje de hoy. No hay realmente nada nuevo debajo del sol. Concluir esto, es haber vivido muchos años para notarlo. Cuando estamos en los frescos años de la niñez y de la adolescencia, pareciera como si hacerse grandes y madurar, fuera una tarea que tomará tanto tiempo. No notamos en qué momento llegarán los años sabios, en los que podremos impartir a otros, de todo lo que hemos vivido.

¿Cómo dar de lo que no tenemos? Creo de manera personal, que cada paso que damos en la vida nos deja profundas enseñanzas. Algunas somos renuentes en aprenderlas, por eso nos acontecen situaciones que no nos agradan y se terminan repitiendo las mismas historias. Creo que tenemos que aprender más, escuchar más, observar más y darnos cuenta que debajo del sol todo lo hizo el Señor para bendecirnos y no para que todo lo creado nos haga daño.

El pecado, los errores, la soledad, las malas compañías, el precipitarnos, la terquedad y el orgullo, nos llevan a dañar los planes que Dios trazó para nosotros. Quizás te sientas dando vueltas en una ruleta que no se detiene, porque no hay nada nuevo que ver o experimentar. Si vives y caminas por emociones, terminas como la espuma. Nada sólido y consistente que te afirme. Dios siempre tiene cosas nuevas para todos. Ponte las gafas de la fe, la creatividad y la pasión por Dios para poder verlo.

En él no hay monotonía ni aburrimiento. De Él proviene la innovación, la sabiduría y la ciencia. Sólo pide lo que necesitas y tus pensamientos comenzarán a ser afectados por el Espíritu Santo y el poder de la Palabra de Dios. Recuerda que Él no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla