
Todos venimos de contextos disfuncionales y quebrados por las malas decisiones y el pecado de nuestro pasado. En medio de todo eso, la luz de Jesús brilló en medio de la oscuridad que nos abrumaba y puso en nuestros corazones, la esperanza de hacer todo nuevo. Más que una frase bonita, esta es una poderosa verdad, para todo aquel que cree en las promesas de Dios. El Señor no hace pequeños arreglos en nuestro corazón, que con el tiempo se vuelvan a desarreglar. El transforma a profundidad lo que no funciona. Él no nos ofrece una versión “mejorada” de nuestro pasado, sino una completamente renovada y diferente. Ésto significa, que nuestras culpas, fracasos y heridas ya no nos definen. En Cristo Jesús, hay un nuevo comienzo, una nueva identidad y un nuevo destino. Si vives atado a un dolor histórico de lo que pudo haberte pasado, sean malas decisiones o palabras que escuchaste y que marcaron tu corazón, Dios te invita a dejar todo eso atrás.

El Señor no nos llama por talentos o cuan bueno hemos sido en la vida. Su preciosa gracia, es capaz de redimir lo que parecía perdido en nosotros. La transformación de nuestro corazón, no es el resultado del esfuerzo humano, sino del poder de Dios en medio de nuestra disposición. Cuando nos rendimos a Jesús, inicia la verdadera renovación interior. Si Cristo reina en nosotros, veremos cambios en nuestra forma de pensar, de sentir y de vivir. La culpa quedó atrás, ahora marchamos en la vida con un nuevo propósito. El agradar al mundo y las personas quedó el pasado. Ahora buscamos agradar a quien nos ha dado una nueva vida: Jesucristo. El Señor restaurará por completo a éste mundo quebrado. Su obra de amor, te alcanzará porque grandes son sus misericordias en nosotros cada día. Si sientes que tu corazón arrastra cadenas del pasado y necesitas un nuevo comienzo, hoy es un buen día para creer que Dios todo lo hace nuevo. Recuerda que él no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla.