El Señor es nuestra luz. Antes de conocerle, nuestra vida estaba en completa oscuridad. Eso repercutia en la manera como tomábamos decisiones, nos relacionabamos y las prioridades que estableciamos.

Cuando se enciende la luz de Jesús que alumbra nuestro corazón, se nota la realidad de lo que somos y por lo que luchamos. Aflora la condición del corazón. El Señor es santo, y desea que nosotros nos consagremos para El. Permite que el Espíritu Santo te muestre todo lo que facilmente no logramos ver en nuestro corazón.

Dios es nuestra luz y sólo nos queda depender de su gran misericordia. El libro de Lamentaciones de Jeremías en el capítulo 3, nos habla de sus misericordias y nos dice que sin ellas ya hubiésemos sido consumidos.

Hoy necesitamos ser vistos bajo el amparo y la infinita misericordia de Dios através de su obra redentora en la cruz. Si el Señor nos ha alumbrado, su luz nos da seguridad, por eso no tememos. Cuando era niño le tenía mucho temor a la oscuridad. Crecí con esos miedos y siendo ya un adulto, experimenté episodios donde sentía pasos y sombras detrás de mí, cuando caminaba en lugares donde había poca luz. Cuando conocí el amor de mi Señor, esas sombras y miedos desaparecieron de mi vida, porque su amor se llevó mi temor.

El salmista declara que aunque la maldad se junte para comer nuestras carnes, ellas tropezarán y caerán porque el Señor nos ha dado la victoria y El es la fortaleza de nuestra vida. Levántate hoy en medio de los miedos y las incertidumbres en este tiempo de cuarentena.

Oremos por los médicos y enfermeras del mundo. Dios coloque escudo de protección a su alrededor en contra del Covid 19. Que sean guardados ellos y sus familias en el nombre de Jesús. No temas amado lector, ángeles pelean por ti. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete y déjame tus comentarios. Te bendigo.

Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla