Piensa por un momento en todas aquellas virtudes y fortalezas que tienes y que te gustaría que la gente cercana a ti pudiera copiar y le inspire a seguirte. Una de las responsabilidades más grandes que tenemos en la vida, es ser imitados por alguien más. Hijos copian de sus padres, estudiantes de sus maestros, discípulos espirituales de sus líderes o pastores. En la vida siempre imitaremos y nos imitarán.

Pablo en este pasaje de su carta a los filipenses, se muestra como modelo diciendo que tomarán su vida como digna de ser imitada, pero también escribía que aprendieran de los que seguían el buen ejemplo. ¿A quien sigues o imitas tú? Te leo en los comentarios al final de este artículo.

Por eso es muy importante aprender a seguir. No somos infalibles y aunque seamos adultos, no significa que nos la sepamos toda. Seguimos aprendiendo y Dios usa a las personas referentes para formarnos. Ese proceso no es fácil, porque a veces no nos agrada que nos confronten en áreas que fallamos y debemos tomar decisiones para crecer.

Pregúntate si tienes el hábito de rendir cuentas o tu vida es suficiente en sí misma y consideras poco importante hacerlo. Uno de los grandes tips para crecer en mi vida espiritual y ministerial ha sido rendir cuentas. Descubrí que las veces en las que fallé fue precisamente por permitirme no dejar a otros mentorear áreas frágiles de mi corazón.

Camina tras de personas dignas de imitar que decidieron caminar detrás de los pasos de Jesús, pero se tú también alguien responsable con tu vida para que otros sigan los tuyos, testificando del Señor que habita dentro de ti. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comenta y comparte con otros amigos y familiares el link de este post.

Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla.