
La Biblia nos enseña en diferentes pasajes, que las palabras que salen de nuestra boca, no son neutras. Tienen peso espiritual, emocional y relacional. Una sola palabra puede consolar o herir, levantar o destruir y bendecir o maldecir. Por eso el llamado de Dios para nosotros, es el de hablar con sabiduría, verdad y amor. Jesús mismo nos dijo que:
“De la abundancia del corazón habla la boca.”
Mateo 12:34
Esto significa que nuestras palabras tienen tanto poder, que pueden revelar lo que realmente hay en nuestro interior. Si estamos llenos de rencor, quejas o juicio, eso será lo que se manifestará al hablar. Pero si nuestro corazón está lleno del Espíritu Santo, nuestras palabras reflejarán gracia, paciencia y verdad.
Seamos entonces responsables amado lector, de orar antes de hablar, pidamos al Espíritu Santo que guíe nuestras palabras. Siempre evaluemos el fruto y la intención de nuestras palabras.
¿Bendicen o hieren? , ¿Animan o desaniman?

Nunca cae mal el practicar el silencio sabio. No siempre hablar significa aportar, pero creo que hay momentos en que lo mejor que podemos decir es nada. Seguimos al Cristo de la vida, debemos también hablar vida. Usemos las palabras para edificar, afirmar, consolar y guiar. Cuidemos lo que decimos, el apóstol Pablo y el sabio Salomón, nos instan a que
ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca y la blanda respuesta quita la ira.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Una respuesta
Hola mi pastor, bendiciones.
La verdad soy fiel seguidor a de su blog, ya que esas enseñanzas son de un incalculable valor.
Gracias por sus enseñanzas. Dios lo siga bendiciendo grandemente 🙏😇❤️