
Cristo no busca ocupar un lugar más en nuestra agenda diaria; Él desea ser el centro de todo lo que somos y de lo que hacemos. Cuando él ocupa el lugar central, el entonces se constituye en el “kardias” (centro -corazón) de nuestros sentimientos, emociones y pensamientos. El Señor transforma nuestra forma de VIVIR, AMAR, SERVIR y los COMPROMISOS que asumimos. Cuando dejamos que Cristo llegue y llene completamente nuestro corazón, tendrá que poner orden y sacar falsas prioridades y hasta personas que usurparon ese lugar de honor, que sólo le debe pertenecer a él. Si Cristo es el centro, es la prioridad de nuestro corazón. Por ello tenemos que tener cuidado de no dejarnos llevar por el corazón si éste no ha sido rendido completamente a Jesús. El profeta Jeremías dice que engañoso es el corazón, más que todas las cosas, por tal motivo no nos podemos dejar guiar por lo que sentimos sino por la verdad de Dios. Las emociones hacen parte de nuestro diseño divino, necesitamos atenderlas, validarlas, no reprimirlas, sino reconocerlas y someterlas a la voluntad y gobierno de Dios.

Si Cristo verdaderamente gobierna nuestras emociones, debemos dejarnos DIRIGIR y CONTROLAR por el ESPIRITU SANTO y no por nuestros impulsos. Un fruto de éste gobierno en nuestros corazones, es que actuamos con
MANSEDUMBRE y nos cuidamos de no reaccionar de forma airada. Otra señal de gobierno de Dios es que confiamos en su SOBERANIA, no nos dejamos arrastrar por el temor y tenemos ESPERANZA en Él, sin dejarnos dominar por la tristeza.
Cuando Cristo está en el centro, las emociones no gobiernan nuestra vida, porque él las gobierna. El corazón alineado a Cristo, no vive en ansiedad, en ira o en tristeza, sino en la paz y el gozo del Espíritu Santo.
¿Tus emociones te dominan o están sujetas al señorío de Cristo? Cada día estamos creciendo espiritualmente y no debemos de dar excusas como mecanismo de defensa, para no avanzar y cuestionar el proceso de Dios en nosotros. Nos sometemos a su soberanía en el proceso, somos barro en sus manos.
Quien se excusa, se acusa.
Stendall.
Recuerda amado lector, que: Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla