
A veces pensamos que cuando sentimos debilidad, hemos fracasado y todo está mal, Dios se aleja de nosotros. El Señor no hace discriminación entre aquel que le busca y de quien se ha debilitado en la fe y el que se ha alejado de sus caminos. Para ser escuchados y amados por Él, no tenemos que reunir múltiples requisitos. El profeta Isaías en el pasaje de hoy, nos muestra una poderosa y gloriosa verdad: Dios, el Altísimo, el Poderoso, el que habita en la eternidad, no se aleja del quebrantado, sino que está más cerca que nunca para vivificar su espíritu. Son ellos los que atraen la presencia de Dios a la tierra. Ésta palabra es verdadero bálsamo para las almas que se encuentran cansadas, alguien las hirió o humilló. Amado lector, en éste día te dedico éste mensaje si has perdido la fuerza y tus ojos están llenos de lágrimas. Nunca olvides que Dios no se aparta de ti, el se queda a tu lado y te rodea.

Dios ha elegido quedarse y habitar con nosotros. Su presencia no está reservada para los que dicen ser perfectos, sino para los que le buscan con sinceridad. No importa cuán roto te sientas hoy, si dispones y rindes tu corazón, el Dios de lo alto se inclinará y estará allí contigo.
Isaías describe al Señor de forma majestuosa: El Alto y Sublime, el que habita la eternidad, cuyo nombre es el Santo. Esto recuerda a nuestro corazón abatido y cansado, que Dios está sobre todo y sobre todos, sin pecado y perfecto en santidad. Pese a está poderosa declaración, el escogió habitar con el quebrantado y el humilde de espíritu. ¡Poderoso contraste! El Dios del cielo no está buscando personas autosuficientes, sino corazones que se rinden ante Él. No busca altivez, sino humildad. No busca máscaras, sino verdad. Él no desprecia el quebranto, sino que lo honra. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla