Enfrentarnos a las dificultades de la vida cotidiana, nos drena las fuerzas haciendonos sentir abrumados. Los problemas podemos llegar a magnificarlos y percibirlos más grandes de lo que realmente son. La Palabra de Dios nos recuerda, que Él es nuestro refugio en tiempos de angustia, y que nunca estamos solos, sea cual sea la situación más adversa que podamos vivir. Hay un propósito especial de parte de Dios para nosotros, en medio de nuestros momentos difíciles. La benevolencia y fidelidad del Señor, no cambian con las circunstancias. Él conoce cada lágrima derramada cuando nos sentimos impotentes y suspiramos profundamente, esperando respuestas de su parte. Nada de lo que nos ocurre, es ajeno al poder de Dios. A través de nuestras pruebas, Él permanece cerca, presto para darnos consuelo y fortaleza.

Si sentimos que las cargas son demasiadas, corramos a los brazos de nuestro Padre celestial. Muchas veces no tendremos todas las respuestas, ni entenderemos el porqué de cada situación. Sólo debemos confiar en que Él camina con nosotros sosteniéndonos cuando sentimos que no podemos más. Él nos ofrece refugio, un lugar seguro donde podamos descansar de las preocupaciones. Dios es nuestra ayuda en cada momento difícil, nunca lo olvides. Así que seca tus lágrimas y clama al cielo, porque el poder de Dios es mayor que toda circunstancia. En la guerra espiritual que hoy libras, Dios te dará la victoria. No importa cuán profundo y oscuro sea el valle, Su luz brillará. Deja que la esperanza florezca en tu corazón, Él abrirá caminos donde no los hay. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Abrazo fuerte para todos y feliz fin de semana.

Pr. José Angel Castilla